Por SANTOS SUÁREZ BADILLO
Director Zona Oriental
Lo que está sucediendo desde el punto de vista ambiental en el municipio de Ponedera es realmente preocupante y todo apunta a que en el corto plazo no habría una solución de fondo a la vista.
Sucede que el brazo del río Magdalena que bordea a la población registra altísimos niveles de contaminación que vienen afectando a las comunidades que viven en sus cercanías. La contaminación se produce por las aguas del alcantarillado que desembocan en este caño, que además está taponado por el sedimento y la tarulla que impide la circulación de su corriente río abajo.
Todo el excremento que baja a través de las tuberías de alcantarillado en Ponedera, llega directamente al señalado recurso natural.
Lo que antes era una vista agradable que incluso llevó al gobierno a construir una pequeña infraestructura con fines turísticos, se ha convertido en un mal oliente y putrefacto caño, que en la práctica hace las veces de laguna de oxidación.
Campesinos y pescadores ven con nostalgia lo que en épocas pasadas fuera una importante fuente de pesca y de riego de sus cultivos sembrados en la isla ubicada en frente del municipio.
“Los alcaldes no hacen nada por aquí, el gobierno nos tiene abandonados, toda esa agua que usted ve ahí es pura agua de alcantarilla, no sirve para echarle a los cultivos de guayaba, porque los mata de lo contaminada que está”, asegura Rafael Darío López, un veterano campesino de esa zona del departamento.
En este brazo del río Magdalena hay peces de diversas especies que los pescadores no se atreven a capturar ni mucho menos consumir, por considerar que no son aptos para el consumo humano.
“¿Quién los va a coger para enfermarse?, no se puede. Este pozo aquí tiene sábalo, bocachico, pero no se pueden coger porque nadie se come ese pescado contaminado, porque no está bien para el consumo de uno, está malo”, sostiene el señor López.
Lo que sí ha enfermado a muchas personas es el olor permanente a materia fecal. A toda hora, quienes viven en cercanías al caño, especialmente en el barrio Abajo, tienen que soportar este ambiente de insalubridad, que viene afectando especialmente a los niños.
Recientemente la CRA adelantó unos trabajos para remover la tarulla, pero ésta ha ido regresando poco a poco. Ahora esa entidad se dispone a destaponar la entrada y salida para que sus aguas fluyan hacia el río.
Esa sería una solución parcial, porque igual las aguas negras o de alcantarilla seguirán desembocando en este brazo, y por lo tanto, mientras no se construya una laguna de oxidación, las heces de los habitantes de Ponedera continuarán diluyéndose en el río Magdalena.
Según el gobierno, el proyecto de construcción de la laguna de oxidación en esta población no se implementa por falta de lote, excusa poco convincente si se tiene en cuenta que Ponedera es uno de los municipios con mayor extensión de territorio del departamento.