*La tala de árboles y caza indiscriminadas, sumadas al cambio climático y apropiación de gran parte de su cauce, han ocasionando un gigantesco daño ambiental.
Por SANTOS SUÁREZ BADILLO
Director Zona Oriental
La deficiente atención del Estado a los cuerpos de agua del país se evidencia con lo que viene sucediendo en la Ciénaga El Uvero, situada en jurisdicción del municipio de Ponedera.
Ha tenido un deterioro de grandes dimensiones, provocadas no solamente por el cambio climático, sino por la mano del hombre que deforestó la zona, le cerró el paso a las escorrentías que alimentaban su caudal y se apropió de un vasto territorio que antes hacía parte de este recurso natural.
De una superficie aproximada a las 298 hectáreas, esta ciénaga se redujo a menos de la mitad. De eso dan cuenta los pescadores que llevan décadas viviendo de ella y que hoy padecen la disminución dramática de sus ingresos a raíz del descenso de la cantidad y variedad de peces.
Aseguran que otro factor negativo que se le suma es que dueños de fincas tienen instaladas motobombas y tuberías para extraer el agua que utiliza para sus actividades agropecuarias, incidiendo en la mengua del caudal.
Robinson Castel, pescador del corregimiento de Santa Rita, tiene más de 20 años en esta actividad. Afirma que “yo no la conocí así, yo la conocí como una ciénaga de servicio, que valía la pena, ahorita no vale la pena”.
Asegura que antes la actividad pesquera era muchísimo más alta, hasta el punto que más de 60 canoas eran utilizadas para las faenas diarias, cantidad que se redujo a menos de diez.
“La ciénaga se ha disminuido en más del 50 por ciento, lo único que tenemos es ese canal que usted ve; y todos esos potreros que hay en los alrededores, eran de El Uvero”, sostiene el señor Castel.
SOLICITAN AYUDA
Daniel Meriño Martínez asegura que “le han cogido buena tierra a El Uvero, gente de plata, y tienen cercas y nadie puede entrar a esos lomillos de arena, la verdad es que nos tienen reducidos”.
Pide atención de las autoridades para frenar la extracción del agua con motobombas, indicando que “estamos en el fenómeno de El Niño y no queremos que el poquito de agua lo estén sacando con motores para los potreros, para el reguío y el ganado. Además, lo que se seca enseguida lo utilizan para sembrar o para venderlo”.
Meriño, quien también es pescador de Santa Rita, dice que conoce El Uvero desde niño y sabe cuáles eran sus linderos y por eso asegura que “se ha reducido en más de la mitad, yo voy para 60 años y veo que esta ciénaga ha perdido las patas”.
Sobre su actividad señala que “ahora se pesca más porque no se coge nada, antes uno tiraba dos atarrayazos y cogía 40 pescados y para atrás; ahora me mato más, tengo dos días aquí y he cogido un poquito que tengo ahí”.
Jorge Rodríguez pidió al gobierno solución a la problemática de este cuerpo de agua “para uno tener con qué sobrevivir, porque antes uno tenía para subsistir con los alimentos que ella daba”.
GENERA CONFLICTOS
Un estudio de la CRA da cuenta que el afán de algunos dueños de tierras dedicados a la ganadería y la agricultura, por ganar terreno corriendo las cercas hacia los playones que deja la ciénaga en épocas de sequía y hacia espacios públicos de los caminos, ha generado serios conflictos entre ganaderos, pescadores y agricultores.
Los daños al ecosistema se reflejan además en la reducción de las variadas y exóticas especies de aves que había en los alrededores de este humedal, debido a la tala de árboles y la caza indiscriminada que se incrementaron en los últimos diez años. De esta manera, se registra una creciente pobreza en la diversidad faunística
EN VÍAS DE EXTINCIÓN
El señalado estudio de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico indica que varias especies nativas de árboles se han extinguido, y según las tendencias hay otras que se encuentran en vía de extinción, sobre todo las maderables; y algunas que son utilizadas como leña con fines energéticos.
Entre las especies más importantes en este tipo de hábitat se encontraron el mango, marañón, guanábana, totumo, roble morado, roble amarillo, bonga, cañafístula, san joaquín, lluvia de oro, guamacho, acacia rosada, sauce guajiro, papaya, almendro, carito, higuerilla, campano, trupillo, guayaba, matarratón, níspero, zapote, guásimo, camajorú y coco.
Una de las especies prácticamente extinguida es la del Uvero, árbol de hojas garndes, de cuyo nombre nace el que le colocaron al citado humedal.
En cuanto a las aves, a pesar que aún se observan varias especies en el entorno mismo de la ciénaga y dentro de ella, se verificó la extinción de la viudita y el chavarría. Entre las que sobreviven se encuentran el cormorán, pato aguja, garza ceniza, garza morena, barraquete aliazul, pisisi, zamuro, caracolero, águila negra, águila pescadora, gavilán pollero, gallito de agua y martín pescador.
Ante este escenario cabe preguntar: ¿Qué ha hecho el Estado, especialmente las autoridades ambientales, para afrontar y detener este daño a un ecosistema tan importante para el Atlántico?