Si no hay respeto por el río, nada va a cambiar: Sociedad de Ingenieros del Atlántico
Mientras no exista un plan de manejo integral del Río Magdalena, las alertas anuales por riesgo de inundaciones se irán repitiendo, incluyendo sus graves consecuencias, especialmente para las comunidades que hacen parte de su cuenca hidrográfica.
“Se requieren medidas integrales en cuanto a la concepción hidráulica, geológica, física, cultural, ambiental, biótica, y navegable de este río, desde su nacimiento hasta su desembocadura. Se requiere entender claramente que lo que sucede aguas arriba, repercute aguas abajo”, sostiene la Sociedad de Ingenieros del Atlántico en un análisis que expone su presidente Nelson Escorcia Redondo.
Insiste en que es vital el respeto de las zonas de amortiguación, la deforestación de las orillas, la organización de las zonas portuarias; en resumen, la planificación, lo cual es viable si se otorgan responsabilidades coordinadas y concretas a los grandes y pequeños actores. “De no ser así, cada año se encenderán muchas alertas, tales como las que están encendidas en este momento”, pronostica Escorcia en su diagnóstico.
El analista basa sus conceptos en que los llamados a intervenir el río han dejado de lado dos temas como son sus registros históricos en esta época y las acciones de prevención que se hayan podido acometer en los últimos años.
“Analizando las gráficas de niveles históricos nos encontramos que para esta época el río está en su mayor nivel histórico, es decir nunca en esta fecha había tenido estos niveles. Es así, que los niveles actuales están muy por encima de los niveles del año 2010 para esta época, cuando el río comenzó a subir. Igualmente, los niveles actuales están por encima de los niveles del año 2011 cuando el río comenzó a bajar sus niveles. Los niveles históricos, solo han superado las cotas actuales en los años 2010 y 2011, años que fueron los de inundación en muchos sectores del país y en el sur del departamento. De allí se desprende una de las causas naturales de la emergencia, advierte Escorcia.
De otro lado, el ingeniero se pregunta: “¿Estamos preparados para atender esta situación dado que hace escasamente 11 años tuvimos una emergencia similar?” y, a manera de respuesta, señala que no se puede mirar solamente el departamento del Atlántico, sino todo el río en su función integral.
“Vemos que, desde la Mojana hasta la desembocadura, las poblaciones han venido rogando para que los niveles del río desciendan. Existe la percepción de alivio en el Departamento, cuando aguas arriba se rompe un dique ya bien sea en Tenerife, en Sitionuevo, o en la propia Mojana, y el caudal del río Magdalena se amortigua. Pero al final no se puede celebrar que se baje el riesgo en unas poblaciones a costas de la inundación de otras”, puntualiza Escorcia.