Riñas de gallos, un debate aún sin final
*Los intentos por reglamentar esta actividad, rechazada por defensores de derechos de los animales, han sido fallidos.
REDACCIÓN ZONA ORIENTAL
Si bien las riñas de gallo fino, o peleas de gallos, vienen desde tiempos inmemoriales cuando surgieron en países asiáticos hace más de 2.500 años, y al continente americano llegaron con los españoles, el debate sobre si es un deporte, una actividad recreativa, una tradición, un oficio y otras asignaciones, sigue crudo.
Los combates gallísticos se suman a otras expresiones en las que los animales son los protagonistas y el hombre es promotor y animador; incluso, vistos con cierto grado de aceptación legal. El listado de esas otras confrontaciones es largo, pero en el caso colombiano junto con las corridas de toros, y sus anexos como corralejas en la Costa Caribe y los torneos de coleo en los Llanos Orientales, son las más conocidas.
En esa línea de polémica se ha intentado, en infinidades de veces, darle estatus legal a la “fiesta” que se vive alrededor de dos emplumados finos que se trenzan en una feroz lucha hasta que uno de los dos muere, o queda mal herido y sin posibilidades de seguir; luego, el ganador viene a representarles a sus simpatizantes, humanos, recompensa en dinero o en bienes, dependiendo del acuerdo de la apuesta pactada.
Sin ir muy lejos, en el 2017, los entonces congresistas Jorge Eduardo Gechem Turbay, senador, y Hernán Penagos Giraldo, representante a la Cámara fueron ponentes de un proyecto de Ley “Por el cual se regula la actividad cultural y deportiva de los eventos gallísticos en Colombia”, buscando estar a tono con legislaciones de países como Argentina, Puerto Rico, Perú, México, entre otros.
El documento de 28 páginas, radicado en la Secretaría del Senado, con 8 artículos básicos más consideraciones, argumentaciones y justificaciones destaca como objeto:
“Por medio de la presente ley se regula lo concerniente al juego de gallos en Colombia, creando una normatividad adecuada con los cambios jurídicos que propenden a la protección de los animales y a la erradicación de los tratos crueles, el maltrato, y sufrimiento, regulándose con base en esos aspectos la realización de los eventos gallísticos en nuestro país, teniendo como énfasis el cuidado del animal, su práctica deportiva y cultural, donde se tendrá en cuenta a todos los miembros o personas involucrados en esta actividad, quienes tendrán como obligación, dirigir sus esfuerzos en pro de la conservación y protección de la especie contra actos de crueldad o maltrato animal”.
Dentro de las justificaciones le incluyen una proyección, atribuida a la Federación Colombiana de Criadores de Gallos de Combate que asegura si Coljuegos ampara este tipo de actividades, le va a significar una entrada anual promedio de 90.000 millones pesos. “para el sector de la salud pública de los colombianos más desprotegidos”.
INTENTO FALLIDO
Sin embargo, ese intento de los congresistas Gechem y Penagos no pasó aprobación por parte de los legisladores, pero sí el rotulado de archivado. Entonces, en marzo del 2019, el senador cesarense Didier Lobo, llegó con su propio proyecto de Ley bajo el brazo, argumentando que hoy no se tiene precisión en el país si son legales o no las riñas de gallo; además trajo novedades como fijar un tiempo de 8 minutos a cada riña para “proteger” a los animales y así acabar con aquello que es hasta cuando uno de los dos muera o quede malherido; igualmente, se cuente con tres árbitros actuando en cada combate.
El objeto del proyecto de Lobo dice: “Por medio de la presente ley se regula lo concerniente al juego de gallos en Colombia, creando una normatividad y regulación adecuada con los cambios jurídicos sociales y culturales que propenden a la protección de los animales y la conservación de la cultura y tradición de los gallos finos de combate”.
Y agrega que debe hacerse énfasis en “el cuidado del animal, su práctica deportiva y cultural, donde se tendrá en cuenta a todos los miembros o personas involucrados en esta actividad, quienes tendrán como obligación, dirigir sus esfuerzos en pro de la conservación y protección de la especie contra actos de crueldad o maltrato animal”. Esta iniciativa está engavetada.
Y en el presente año, el senador Eduardo Pulgar hace lo propio a través de un video en la red social YouTube, que dura un minuto 37 segundos, en el que les pide a los galleros estar tranquilos, mientras acaricia a un ejemplar fino colombiano. “En el Congreso de la República no se van a prohibir las peleas de gallo. Todo lo contrario, las vamos a regular para que sea un deporte en Colombia, como lo hay en otras partes del mundo”.
Explica que hay que defender una tradición milenaria, “que no puede tirarse al traste porque aquí se divierten los ricos, los clase media y los pobres”. En resumen, que las riñas representan el sustento para 700.000 personas y remata diciendo que el gallo fino pelea por instinto, “ellos nacieron así y mueren así”.
Lo del senador Pulgar no pasó más allá del video publicado el 29 de abril pasado, pues no hay registros de haber radicado proyecto alguno si esa era su intención, de acuerdo con una respuesta lograda en la Secretaría del Senado de la República.
A propósito, es de anotar que existe el Consejo Nacional de Juegos de Suerte y Azar, adscrito al Ministerio de la Protección Social y ese órgano expidió el Acuerdo 009 de 2005 ‘por el cual se establece el Reglamento de las Apuestas en Eventos Gallísticos”, el cual debía ser aplicado por la entonces Etesa (Empresa Territorial para la Salud); sin embargo, es deducible que esa es otra normatividad que quedó en letra muerta, luego de haberse liquidado Etesa, en el 2010.
DEFENSORA DE ANIMALES
A exponer su punto de vista sobre el debate de las riñas de gallos, Zona Oriental invitó a la defensora de los derechos de los animales, Diana Alejo, quien en su momento estuvo en el grupo que acompañó a la entonces alcaldesa de Barranquilla, Elsa Noguera, a impulsar el programa ‘Adopta una actitud positiva, adopta un caballo’, y así minimizar el uso de los carros de tracción animal en Barranquilla.
“Yo tengo que confesar que crecí en una época en que, digamos, las corridas de toro, las peleas de gallo, hacían parte de la denominada tradición popular. Pero yo pienso que las comunidades, en la medida en que se van civilizando más, y van avanzando en todo sentido, de igual manera tienen que irse volviendo más humanas”, sostiene Alejo.
Precisa que, hoy en día, la práctica necesita que el Estado la ampare. “Para mí no puede llamarse deporte a una actividad como esta. El deporte recrea, genera salud, una sana competición, y una pelea de gallos no es una actividad sana, sino un mal ejemplo porque presupone que el ser humano se recree con el sufrimiento del otro, en ese caso del otro animal. El gallo es un ser viviente como lo es el perro, el gato, por eso hoy en día las legislaciones está protegiendo sus derechos y Colombia no se quedó atrás”.
La defensora reitera que se deben prohibir las riñas de gallos, no reglamentarlas. Explica que la reglamentación ya existe a través de la Ley 1774 del 2016, y en la que se formaliza algo que ya las personas deberían de saber y es que los animales son seres vivientes, no son cosas y por ende deberían gozar de toda la atención especial del Estado, a protegerlos de todo aquel que inquiere o le cause sufrimiento o dolor.
“Somos nosotros, las organizaciones de protección de los derechos de los animales, junto con la comunidad que pudiéramos presentar una iniciativa y canalizarla, bien sea a través del Gobierno de turno, en este caso, o a través de congresistas porque no tenemos la competencia de modificar el ordenamiento jurídico existente”, señala Alejo.
Al final deja claro que se aparta de las argumentaciones del senador Pulgar e invita, más bien, a buscar alternativas laborales a quienes se dedican a vivir de las riñas de gallos, tal como ocurrió en Barranquilla cuando se les dieron herramienta a carromuleros para que se dedicaran a otros oficios, mucho más productivos y con el acompañamiento del Estado.