El eterno problema de inundaciones en varios sectores de Santo Tomás
*En temporadas de fuertes lluvias las aguas estancadas pauperizan calidad de vida de miles de personas que de por sí ya viven en extrema pobreza.
Cada determinado tiempo se registran fuertes inviernos que ocasionan afectaciones a una gran cantidad de familias, que en el caso de Santo Tomás, Atlántico, en su inmensa mayoría, son las ubicadas en cercanías a la ciénaga que bordea a la población.
En los últimos 33 años se han presentado en este municipio tres inundaciones graves de varios sectores, producto de intensas lluvias. En otras ocasiones la emergencia ha sido menor.
A finales de 1996 y comienzos de 1997, las aguas estancadas inundaron los barrios 7 de Agosto, Buena Esperanza y una calle del Primero de Mayo, bautizada posteriormente como Volver a Vivir.
En el 2010 el llamado fenómeno de la Niña provocó el represamiento de aguas lluvias que volvió a llenar parte de Buena Esperanza, las primeras calles del 20 de Julio, parte del 7 de Agosto y Volver a Vivir.
Y diez años después, en 2020, se repitió la historia, con afectaciones en los mismos barrios, dejando damnificadas a cerca de 400 familias, unas 2.000 personas.
El problema ha sido siempre de aguas represadas, sin salida, que tienen que ser evacuadas a la ciénaga mediante la utilización de equipos de bombeo o motobombas potentes.
Esta situación es un ingrediente adicional que pauperiza aún más las condiciones de pobreza extrema en que viven los moradores de estos barrios.
En su inmensa mayoría son de estratos cero y uno, dedicados a la economía informal o rebusque, siempre con la esperanza de recibir apoyo del gobierno en sus diferentes niveles, ayuda que en la mayoría de las veces no llega y cuando llega, es muy escasa.
LAS CAUSAS
Las llamadas escorrentías producidas por las lluvias van a parar a una laguna que se encuentra previa a la ciénaga. Dicho cuerpo de agua está altamente sedimentado, razón por la cual tiene poca capacidad de almacenamiento.
Al llover fuertemente y durante varios días, las aguas se estancan, crecen de nivel e inundan las casas situadas en cercanías al señalado humedal. Es entonces cuando se ponen a funcionar motobombas encima del muro de contención para evacuarlas hacia la ciénaga.
Esto ha ocurrido año tras año, especialmente en los señalados anteriormente. Por eso la discusión de si tener o no encendidas las motobombas con suficiente tiempo de anticipación para prevenir esta clase de emergencias.
Tanto la Gobernación como las administraciones locales, en la práctica, han preferido tener como última alternativa esta opción, por cuanto resulta bastante costosa. El costo diario en combustible es de 500.000 pesos.
Hay quienes consideran que tener que atender a los damnificados resulta más caro, especialmente cuando hay que reubicarlos provisionalmente a improvisados albergues, como ocurrió este año con unas 50 familias.
SE DETERIORARON
En el 2010, cuando se rompió el Canal del Dique e inundó el sur del Atlántico, los municipios de Sabanagrande, Santo Tomás y Palmar de Varela sufrieron mucho por las aguas estancadas. Para ese entonces la Gobernación del Atlántico instaló unas casetas con tractobombas o potentes motobombas en estas tres poblaciones.
El tiempo pasó y fue poco o nulo el mantenimiento a estos equipos, que en el caso de Santo Tomás se deterioraron y en varias ocasiones hubo necesidad de mandarlos a arreglar.
Hoy la Alcaldía solo cuenta con una motobomba, cuya capacidad fue rebasada, razón por la cual se acudió a la Triple A que prestó dos, con lo cual se pudo evacuar y controlar la situación en un gran porcentaje.
LA REUBICACIÓN
Quienes viven muy pegados a estos humedales saben que se encuentran en zona de alto riesgo; sin embargo, ante la carencia de un techo donde vivir con su familia, se ubicaron en esos sitios, armaron cambuches y muchos de ellos están allí, en medio de las aguas.
En estos sectores hay dos escenarios: el conformado por barrios como el 7 de Agosto y Volver a Vivir, cuyos habitantes llevan más de 20 años viviendo y no contemplan ser reubicados; y quienes están más cerca a los cuerpos de agua, quienes ven con buenos ojos que los beneficien con viviendas dignas.
Un programa de esas características en esa zona ya ocurrió hace 23 años durante la administración del entonces alcalde, Nelson Mejía, quien fue asesinado en 2004 por el paramilitarismo (hecho documentado judicialmente).
En 1.997, con el apoyo del gobierno nacional y departamental, la Alcaldía de Santo Tomás reubicó a 150 familias damnificadas. A cada una de ellas se les entregó casa en la urbanización Camino Real, barrio conocido popularmente como “Las Casitas”.
La idea que tenía Nelson Mejía de construir un parque ecológico en la zona de alto riesgo que había quedado deshabitada, no pudo hacerse realidad porque nuevamente fue invadida, especialmente por desplazados que llegaron de diferentes partes de la Costa Caribe.
De todas maneras ha sido la única experiencia en ese sentido, aplicada en Santo Tomás. Valdría la pena retomar la implementación de esta clase de proyectos para darles vivienda a estas personas y acabar la problemática de inundaciones en tiempos de fuertes inviernos.
Entre tanto, se hace necesario que sea recavado el cuerpo de agua previo a la ciénaga para que alcance una mayor capacidad de almacenamiento, se tengan disponibles todo el tiempo la cantidad de motobombas requeridas y que haya un monitoreo frecuente.