Consumo de drogas, enemigo agazapado que afecta a miles de jóvenes en Atlántico

*En la región Caribe es el departamento con mayor consumo de alucinógenos después de la Guajira. Experto señala que hay que controlar las redes sociales, que se vienen utilizando para jalonar expansión del consumo de alucinógenos.

Los esfuerzos de las autoridades en todos los niveles para detener el desaforado aumento del consumo de drogas en el departamento del Atlántico, han resultado insuficientes para frenar este flagelo.

Se trata de un enemigo agazapado que viene destruyendo la vida de innumerables jóvenes, niños y adolescentes en diferentes municipios del departamento.

De acuerdo con el DANE, el Atlántico, con el 4,9%, es el segundo departamento de la Costa Caribe con el más alto consumo de alucinógenos, siendo el primero La Guajira con 6,9%.

Una de las medidas adoptadas fue la implementación del ‘Programa Escolarizado de Prevención Cívica Infantil y Juvenil’, por parte del gobierno departamental en alianza con la Policía Nacional, durante el segundo mandato del ex gobernador Eduardo Verano De la Rosa.

Esta iniciativa permitió certificar en técnicas para la prevención del reclutamiento forzado, abusos sexuales, drogadicción y demás escenarios de riesgo para los jóvenes, a un total de 500 menores y adolescentes.

INCULCARLES VALORES

En esencia es brindarles espacios de aprendizaje y recreación para mantenerlos alejados de situaciones de riesgo. La idea es inculcarles valores y principios como formas de contrarrestar esos riesgos.

En el gobierno de José Antonio Segebre se prendieron las alarmas al detectarse que en el Atlántico el consumo de drogas por parte de niños y adolescentes estaba iniciándose a partir de los 12 años.

En la actual administración, dentro del Plan de Desarrollo 2020-2023, estructurado por el equipo de la gobernadora Elsa Noguera, el trabajo dirigido a la prevención del consumo de drogas en jóvenes, incluyendo su salud mental, lo lidera la Gerencia de Capital Social, a través de campañas, según las metas del ‘Programa de desarrollo integral de niños, niñas, adolescentes y familias’.

Se tiene como base un diagnóstico con datos preocupantes. “En cuanto al consumo de drogas, no existe un censo como tal, razón por la cual es necesario centrarse en este aspecto; sin embargo, el último censo nacional de salud pública arrojó que los jóvenes empiezan a consumir sustancias psicoactivas desde los 11,7 años de edad, lo que representa una cifra muy preocupante”.

Y prosigue: “Si bien en el departamento del Atlántico aún no se cuenta con infraestructuras construidas en un 100% para el disfrute de las y los jóvenes, se encuentran en proceso de construcción 6 Centros de Desarrollo y Liderazgo Juvenil repartidos de la siguiente manera: 4 ubicados en Baranoa, Malambo, Tubará y Soledad, y 2 en el marco de la Ciudadela de la Infancia, la Adolescencia y Juventud en los municipios de Manatí y Puerto Colombia”.

Además señala que actualmente se encuentran 12.572 jóvenes participando de las Plataformas de Juventudes, de los cuales un 18% se identifica con la etnia afro.

RUTA A SEGUIR

La ruta a seguir apunta a unas políticas que se hagan una realidad, concretas, sobre todo que hagan énfasis en la prevención, tal como lo recomienda el investigador social y expersonero de Barranquilla, Arturo García, quien hizo una radiografía de la actual situación de la drogadicción en el Departamento que azota, de manera principal, a los jóvenes.

“Ese ha sido un tema de mi compromiso desde muy joven. Conozco más allá del tema simple del jíbaro, de la situación del incremento. Yo no manejo, diríamos, temas estadísticos porque mi labor de investigación se fortaleció en los municipios. Nosotros empezamos un trabajo en el 2013 de la mano de líderes comunales y sociales del suroriente de Barranquilla en unos barrios en torno a la problemática de la relación creciente de violencia urbana y porque eso se iba a multiplicar”, destaca García.

Advierte que aún hoy no ve resultados de efectos inmediatos y satisfactorios. “En el 2017, estuve en 18 municipios del Atlántico, distintos a Barranquilla y a su Área Metropolitana. Cuando llegué a Santo Tomás, el punto de encuentro era la plaza, cerca al cementerio, y me llamó la atención que allá vi, en los muros del parque, simbologías similares a la que fuimos construyendo en nuestras investigaciones en Barranquilla”.

Las simbologías a las que se refiere el investigador contenían rasgos que identifican que los muchachos estaban en unos procesos organizativos, similares a los detectados en Barranquilla en el caso de las ‘nochadas’ y ‘tardeadas’, muchas de ellas convocadas a través de las redes sociales, especialmente Facebook, en las que hay consumo desmedido de droga y licor.

García, quien hace un reconocimiento al trabajo que ha hecho la Policía en Barranquilla y los municipios, insiste en que se requiere del serio apoyo de otras entidades públicas como las Secretarías de Salud de los municipios, incluso del sector privado a través de programas de responsabilidad social.

DETENER RISGO EXPONENCIAL

Precisa que hay que detener el crecimiento exponencial del riesgo en niños y adolescentes. “Hoy en día, en estos momentos en Barranquilla pueden estarse dando 12 o 15 encuentros, mucho más ahora, pese a la pandemia, jalonados por redes sociales como Facebook. El crecimiento de esta política de consumo ha llegado a esos menores y adolescentes que hoy se organizan en combos y tribus urbanas”.

Agrega el expersonero García que la magnitud del consumo se puede apreciar en el análisis a las redes sociales, sobre todo Facebook. Destaca el caso de sectores como El Bosque y las Malvinas en Barranquilla en donde hay una alta conflictividad y zonas de líneas imaginarias.

En criterio del investigador hay que trabajar en varios niveles. Primero, controlar el instrumento de jalonamiento a través de las redes sociales; tener cuidado en las convocatorias; detectar el hilo conductor que inicia a los jóvenes en el mundo de las drogas y buscar la manera de neutralizarlo; y que las Secretarías de Salud y EPS definan hojas de rutas para proteger a los jóvenes, pues hasta el momento todo ha ido quedando en la intención.

“Hoy no se les escucha a los funcionarios públicos un discurso en materia de la prevención de drogadicción que, obviamente, está asociado a un problema de violencia juvenil. Es un tema que se ha sostenido por más de 40 años, desde la bonanza marimbera, y hoy en día nos está cobrando caro”, concluye el expersonero de Barranquilla.

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