El mal momento del sector agrícola en el sur del Atlántico

La actividad agrícola del sur del Atlántico no pasa por su mejor momento. De las épocas en que se sembraban grandes cantidades de cultivos, se pasó a un escenario crítico, lleno de incredulidad, falsas expectativas y escasez.

No se trata de un diagnóstico tremendista ni mucho menos apartado de la realidad, por cuanto las cifras demuestran que este sector, llamado a ser un jalonador protagónico del desarrollo económico y social en esa subregión del Atlántico, está abandonado a su suerte.

De las 3.000 hectáreas de sorgo industrial que se cultivaban años atrás en municipios como Repelón, se pasó a cero; de 900 hectáreas de plátano apenas se cultivan unas 100 a 150; las 800 hectáreas de ají picante desaparecieron y ni qué decir de las 1.500 hectáreas de tomate y las 1.100 de algodón, que son historia.

Esa dinámica económica de la zona, que permitía jalonar miles de puestos de trabajo, ya no existe por la falta de estímulos del Estado. Y eso sin duda alguna que desmejora la calidad de vida y produce más pobreza.

Los agricultores aseguran que lo poco que se cultiva es producto del esfuerzo propio de los usuarios de los distritos de riego, quienes no reciben ninguna clase de apoyo del gobierno.

DISTRITOS DE RIEGO ABANDONADOS

Se quejan del abandono en que se encuentran los distritos de riego, a los cuales no se les hace ninguna inversión por parte del Estado y por ende no tienen las condiciones requeridas para su óptimo funcionamiento.

Estas infraestructuras, situadas en Suan, Santa Lucía y Repelón, son la columna vertebral del sector agrícola del sur del departamento, y en la medida en que operen adecuadamente, garantizan el agua requerida para el desarrollo de los cultivos. Como no se amplían, ni se les hace el debido mantenimiento, su funcionamiento es a medias.

Es tal el abandono en que se encuentran, que los recurrentes daños en bombas y fusibles, tienen que ser asumidos por los usuarios. Si no es así, no estarían operando. Sólo funcionan cuatro de las diez casetas de rebombeo y lo hacen precariamente, en apenas un 25%.

Su manejo está a cargo de la Agencia de Desarrollo Rural, ADR, que mediante convenio con Findeter, consiguió recursos del crédito por valor de $6 mil 600 millones para mejorar los distritos.

Sin embargo, esos dineros no han sido ejecutados y su utilización está empantanada porque les exigen a los usuarios firmar un pagaré en blanco y éstos se niegan a hacerlo tras considerar que los montos deben estar claramente señalados en el documento. Ante este impase es muy probable que esos dineros finalmente se reorienten hacia otro departamento.

“La situación del sector agrícola en Repelón y todo el sur del Atlántico, lamentablemente es crítica, el distrito de riego va rumbo al precipicio”, afirma el presidente de la Junta de Usuarios del Distrito de Repelón, Leonidas Quintero.

LOS OTROS FACTORES

A esta debilidad se le suman la falta de acceso a créditos, ausencia de mercados garantizados para asegurar la venta de las cosechas y pocas opciones para la adquisición de semillas y fertilizantes, al igual que el nulo apoyo para la preparación de la tierra.

Ante este escenario están pidiendo apoyo al gobierno, pero no en términos asistenciales, sino de herramientas en los temas crediticios, más alternativas de acceso a insumos que no estén monopolizados como ocurre hoy, al igual que maquinaria apropiada para preparar los terrenos a cultivar.

“No estamos pidiendo limosnas, no estamos pidiendo que nos regalen, porque eso lo que genera es pobreza; lo que solicitamos es que el gobierno nos brinde las condiciones que necesitamos para producir”, sostiene Leonidas Quintero.

Subraya que la ausencia del Ministerio de Agricultura es total y que desafortunadamente la prioridad de la Secretaría de Desarrollo Económico del Departamento, es la ganadería, con poco apoyo a la agricultura.

Además, de acuerdo a lo afirmado por el técnico agrícola y pequeño productor, Policarpo Ruiz Polo, el apoyo de esa dependencia se está orientando hacia la actividad arrocera, que no es intensiva en mano de obra.

Con el grupo Grajales se ha proyectado la siembra de 100 hectáreas de papaya en la zona, pero los pequeños y medianos productores se muestran escépticos y no están viendo muy claro el panorama para que les garanticen la compra de ese producto.

“No los vemos muy convencidos a esos empresarios, nosotros estamos a la expectativa, no vaya a ser que nos metamos en el negocio y al final nos quedemos con el producto. Queremos tener el mercado asegurado”, enfatizó Quintero.

SE ACABAN LOS CAMPESINOS
Por diferentes razones cada vez son menos las personas que se dedican a cultivar la tierra en los municipios del sur del departamento. Como no es tan atractiva como antes, muchos campesinos han abandonado esta actividad.

Otros, ya envejecidos, se retiraron a descansar, y en la mayoría de los casos sus hijos están optando por otras alternativas de ingresos, al ver que a pesar de la larga lucha de sus padres, el campo no les retribuyó generosamente ese esfuerzo.
“La verdad es que el agro está decaído y muchos campesinos han dejado la actividad, cansados de las pérdidas por las fuertes sequías y la falta de agua para el riego y la falta de mercado para algunos productos”, explica Amil-kar Martínez, de la Asociación de Mercados Campesinos Productos Agrícolas.
Y señala que “los jóvenes de hoy no ven atractivo el campo, y si no tienen para estudiar, se dedican a manejar moto”.

Leonidas Quintero va más allá y asegura que los pocos agricultores que hay se están acabando con las políticas equivocadas del gobierno, que a su juicio, prefiere proteger las importaciones y no a quienes se dedican al campo tanto en Atlántico como en el resto del país.

Augusto Rojano, pequeño productor de Santa Lucía, asegura que con un grupo de labriegos perdieron recientemente unos 150 millones de pesos por falta de agua para regar 15 hectáreas de yuca, plátano y maíz.

Dice estar muy desmotivado porque el distrito de riego de este municipio no alcanza ni al 30 por ciento de su operación.

“Ya tengo problemas con mi mujer, porque ella me pregunta qué hago metido en el monte detrás de nada, que estoy perdiendo plata, energía y tiempo. Y la verdad ella tiene la razón”, dijo Rojano en declaraciones a Zona Oriental.

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